Ángela Quevedo, una talentosa actriz de 22 años y vecina de la zona 6, ha encontrado en el arte una razón para vivir con pasión. Su historia es un testimonio del poder transformador de la música y la actuación, dos disciplinas que la han acompañado desde su infancia y la han llevado a participar en la aclamada película Rita, dirigida por Jairo Bustamante.
Su viaje inició cuando tenía 10 años y se unió a la Escuela de Música Carlos F. Novella, donde comenzó en el coro chapín y, posteriormente, aprendió a tocar el violín. Su pasión por la música la impulsó a avanzar rápidamente, participando en la orquesta avanzada y en diversas presentaciones corales. «La música fue la principal causa por la que me di cuenta del rumbo que quería para mi vida», recuerda Ángela.
Sin embargo, su crecimiento personal no solo se dio en el ámbito musical. A los 13 años, ingresó al programa Paso a Paso de la Fundación Carlos F. Novella, un espacio dedicado a fortalecer la autoestima de las niñas y brindarles un lugar seguro para expresarse. «Fue como la semilla de empezar a trabajar en mí misma», afirma. «Entre todas nos queríamos y nos cuidábamos. Fue un espacio donde podía ser yo».
Con el tiempo, su amor por el arte se expandió más allá de la música, llevándola a descubrir la actuación. Ingresó a la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD) en 2021, en plena pandemia, y tuvo que adaptarse al reto de recibir clases de actuación en línea. Su dedicación la llevó a participar en un casting nacional para la película Rita, en el que fue seleccionada entre 5,500 aspirantes.
«Nunca imaginé lo grande que iba a ser mi primer largometraje», expresa con emoción. Rita no solo representó una oportunidad profesional, sino que la acercó a una comunidad de actrices y cineastas que la ayudaron a crecer. Durante tres meses de entrenamiento previo al rodaje, la enseñaron no solo a actuar, sino a convertirse en una profesional del cine.
Hoy, con su película en la carrera por los premios Oscar, Ángela Quevedo reflexiona sobre su camino y lo lejos que ha llegado. «La Ángela del 2016 estaba muy lastimada», dice. «Si pudiera decirle algo, le diría que no se sienta mal, que no se sienta juzgada, que en la vida a veces nos quedamos solos, pero que ella va a lograrlo».
Su historia es un ejemplo de cómo el arte puede cambiar vidas y de cómo la perseverancia y el amor por lo que se hace pueden abrir puertas inimaginables. Ángela Quevedo es, sin duda, una inspiración para muchas jóvenes que sueñan con encontrar su voz en el mundo del arte.